ÉTICA Y SUS CARACTERÍSTICAS, FILOSOFA, II PERIODO
TALLER DE FILOSOFÍA: GRADO 11°
TEMA; LA ÉTICA Y SUS CARACTERÍSTICAS (SOCRATES,
PLATON Y ARISTOTELES)
LIC.
EDILBERTO REDONDO PERIODO II
ESTÁNDAR
Identifico algunas características culturales y
sociales de los procesos de transformación de la filosofía en sus diferentes
etapas históricas y su aplicación a la vida de las personas.
DESEMPEÑO:
Comprende el concepto de ética y lo diferencia del
concepto de moral, identificando conceptos asociados a este término como lo son
el amoralismo, el subjetivismo ético, el relativismo moral, la felicidad y las
diversas corrientes y acciones ética y su aplicación con la vida.
P adres de familia y estudiantes, cordial saludo.
A continuación comparto la guía que corresponde al
segundo periodo de FILOSOFIA, esta guía debe ser elaborada en casa con la
utilización de los diferentes medios de comunicación virtual contando con la
colaboración de todo el núcleo familiar.
En este tiempo de crisis se nos ha dado un cambio en nuestra vida
cotidiana por eso se hace necesario extraer de cada uno, el conocimiento y las
experiencia de los aprendizaje para de
esta manera superar los miedos y la incertidumbre. Por eso los motivo a trabajar de manera responsable
desde casa.
1.
Momento:
Por eso los invito a ver el video de la canción “Te
agradezco señor” te anexo el link
Del cual hará una reflexión teniendo en cuenta
estos momentos difíciles por los que atraviesa la humanidad.
Pregunta problema
¿Cuál crees tú es la principal característica
de las cuestiones éticas?
Qué es Ética y Moral: características, pensamiento Socrático
En contexto filosófico, la ética y la moral tienen diferentes
significados. La ética está relacionada con el estudio fundamentado de los
valores morales que guían el comportamiento humano en la sociedad, mientras que
la moral son las costumbres, normas, tabúes y convenios establecidos por cada
sociedad.
La relación entre ética y moral estriba en que ambas son responsables de
la construcción de la base que guiará la conducta del hombre, determinando su
carácter, su altruismo y sus virtudes, y de enseñar la mejor manera de actuar y
comportarse en sociedad.
Aunque ambas palabras suelen relacionarse, remiten a conceptos
diferentes. Veamos primero cada una por separado.
Ética
La palabra ética viene del griego ethos que significa
'forma de ser' o 'carácter'.
La ética estudia los principios que deben regir la conducta humana al
tratar de explicar las reglas morales de manera racional, fundamentada,
científica y teórica.
Se puede decir que la ética es, en este sentido, una teorización de la
moral, que incluso ayuda a definir criterios propios sobre lo que ocurre a
nuestro alrededor.
Aunque normalmente la ética respalda o justifica las prácticas morales,
otras veces parece entrar en contradicción con estas.
Por ejemplo,
El respeto al otro es un principio fundamental de la ética. En tanto
máxima de la ética, el respeto no está subordinado a ningún contexto cultural
sino que se debe practicar ante todo tipo de persona sin discriminación de
origen, raza, sexo, orientación o religión. La ética, por lo tanto, no
discrimina de acuerdo al universo de usos y costumbres.
Características principales de la ética
1- Define lo que está bien y mal
Todos
los principios sobre los cuales se basa la ética tienen la intención de generar
una especie de guía, a través de la cual se establezcan cuáles son los
comportamientos correctos y cuáles los incorrectos.
La
ética no pretende ofrecer respuestas absolutamente correctas ante situaciones
específicas, pero sí busca ser un contexto que permita reconocer, con más
racionalidad, las buenas y malas acciones, en función al bienestar que produzca
en individuos y sociedades.
2- Tiene que ver con el prójimo
Los
principios de la ética están asociados a la posibilidad de convivir
pacíficamente y con reconocimiento del otro; por lo tanto, son lineamientos a
través de los que se consideran a las otras personas, y se busca generar un
ambiente de bienestar y justicia.
Esta
preocupación por el otro va más allá de los propios intereses, y se centra
tanto en los individuos como en la sociedad.
3- Trata sobre derechos y responsabilidades
La
ética trata de identificar cuáles son las acciones que los individuos deben
llevar a cabo para generar un entorno armónico y respetuoso, y esto tiene que
ver directamente con los derechos
y las responsabilidades de cada persona.
Al
tratarse de un sistema moral que busca reconocer al prójimo, los derechos y
deberes son aspectos fundamentales, dado que brindan una base sobre cuáles
deben ser los lineamientos racionales para generar un entorno justo.
4- Permite resolver conflictos
Dado
que la ética puede considerarse un sistema de principios morales, puede servir
como plataforma para encontrar puntos en común entre personas o sociedades en
conflicto.
La
ética se basa en valores
universales, como la tolerancia,
el respeto, la solidaridad o la paz, entre otros, y sobre la base de estos
principios es más sencillo encontrar el consenso entre factores en conflicto.
5- No ofrece conclusiones, sino opción de decisión
Los
principios éticos no son absolutos. Hay situaciones en las que es más sencillo
identificar cuáles son los elementos que llevan a un buen accionar, pero hay
muchas otras cuya resolución es más compleja.
La
ética brinda una plataforma de valores que permite debatir sobre lo que es más
conveniente en una situación particular, pero no ofrece una verdad absoluta,
dado que, en general, no existe sólo una verdad.
6- No está asociada a los sentimientos
Suele
ocurrir que, en situaciones comprometedoras o que tienen fuerte incidencia en
la vida de las personas, éstas se dejen llevar por los sentimientos
y las emociones, y este curso de acción no garantizará necesariamente una
resolución ética de la situación en cuestión.
La
ética viene a ser un sistema a través del cual es posible evitar las acciones
basadas en la irracionalidad. Se procura observar todos los acontecimientos
desde la razón y tomando en cuenta lo que es más conveniente para la sociedad.
7- No se basa en la religión
La
ética no está definida por la religión. Hay quienes indican que la religión
constituye las bases de la ética, y hay otra corriente que establece que la
ética se basa netamente en asuntos racionales.
Muchas
de las religiones basan sus preceptos en aspectos éticos, pero la ética va más
allá, debido a que aplica tanto a personas religiosas como a personas ateas.
Lo
que busca es generar conciencia en los individuos, de manera que puedan tomar
decisiones basadas en generar bienestar personal y en las otras personas.
8- Es diferente de la ley
La
ley se refiere a un conjunto de regulaciones establecidas en conformidad con
los intereses de una nación, y que implican un castigo para aquel que no las
cumpla.
En
cambio, la ética se basa en principios morales que se espera guíen las acciones
de las personas y las sociedades.
Se
espera que la ley se base en preceptos éticos, pero la ética no está definida
por la ley. En algunos casos, la ley más bien se ha separado de la ética,
respondiendo a intereses individuales en detrimento del bienestar del prójimo.
9- No está definida por la sociedad
La
ética tampoco está definida por las sociedades. Se espera que los principios
éticos sean aceptados por las sociedades; de hecho, la mayoría lo son (como la
honestidad, la confianza, el respeto, entre otros).
Sócrates
vivió en Atenas durante el siglo quinto a. C. Es la época de Pericles, de la
democracia y del esplendor de Atenas (el arte griego). Filosóficamente es
también la época de Sócrates y de los Sofistas.
Sócrates
fue el maestro de Platón, considerado este último uno de los más grandes
filósofos que han existido, y ha pasado a la historia como el modelo o
prototipo del filósofo, pese a que nunca escribió nada. Sabemos de él por los
escritos y los testimonios de Platón, sobre todo, pero también de Jenofonte y
Aristófanes.
No
era hombre físicamente hermoso, ni de familia noble o rica, ni era tampoco un
gran orador, al menos según el gusto antiguo, sin embargo su influencia ha sido
extraordinariamente importante. Seguramente por el retrato, magnífico, que de
él realiza en sus obras, en sus Diálogos, su discípulo Platón,
quien le hace aparecer como protagonista en casi todos sus escritos. En los
primeros escritos de juventud, a decir de los especialistas, podemos rastrear
el genuino pensamiento socrático sin confundirlo con el del propio Platón.
Algunas de estas obras son: la Apología de Sócrates, el Critón,
el Eutifrón y el Gorgias.
Además
de la devoción de Platón por su maestro, la condena a muerte de éste, tras una
acusación injusta, y su posterior ejecución, sin duda contribuyeron a
engrandecer su figura. La de un hombre sabio e íntegro, incorruptible,
generoso, consciente de su misión y que supo mostrar con su vida y con su
muerte una de sus enseñanzas fundamentales: que es preferible sufrir la
injusticia antes que cometerla. Su respeto por la ley, por las leyes de la
ciudad en la que siempre vivió, le hizo rehusar la huida de la cárcel (no
hubiese sido difícil, a sus amigos y discípulos ricos, sobornar al carcelero,
pues hubo tiempo y oportunidades para ello), el exilio, igual que su
honestidad y sinceridad (acaso también su testarudez) le llevaron a defenderse
a sí mismo, en vez de utilizar los recursos y triquiñuelas habituales en su
época para ablandar a los jueces. Un jurado de quinientas personas le declaró
culpable por un margen de unos 60 votos; una prueba de que la mayoría no
siempre tiene la razón.
¿De
qué se le acusaba? Dos ciudadanos, de cuyo nombre no deseo ahora ni acordarme,
presentaron la acusación formal: introducir dioses nuevos en la ciudad y
corromper a la juventud. Dice Jeanne Hersch que la verdadera razón era, sin
embargo, “que lo cuestionaba todo: la naturaleza y el derecho del poder, la
autoridad, la religión, la idea que se tenía de los dioses, de la virtud, del
bien y de la justicia, del mal y de la injusticia. Su crítica no escatimaba
nada y tenía evidentemente un alcance político. Por ello fue juzgado peligroso”.
Pero
Sócrates hablaba también de una voz divina que escuchaba en su interior, el
aviso de un daimon o divinidad particular; un “genio” o un
“ángel”, un ser intermedio entre los dioses y los hombres, que generalmente le
disuadía de realizar alguna acción o, en menor medida, le animaba a llevarla a
cabo. Como nos dice Jenofonte, esta señal divina tenía, para Sócrates, un papel
análogo al que cumplían los oráculos, los augurios o las formas tradicionales
de adivinación.
El
llamado demonio socrático, que algunos interpretan como la voz de
la conciencia, en todo caso tiene que ver con la convicción del propio Sócrates
de haber recibido un encargo divino: incitar y despertar a sus conciudadanos
aconsejándoles que se cuidasen ante todo de su alma, de los bienes propios del
alma que la mejoran y embellecen, en vez de perseguir con tanto afán los bienes
externos, las riquezas, los honores y la fama, el poder y las influencias, o el
disfrute de placeres sin límite.
La
frase: “sólo sé que no sé nada” también se atribuye al Sócrates histórico. En
ella puede haber un poco de ironía, pues la ironía era algo muy propio de
Sócrates, pero seguramente también la convicción de que las verdades no se
alcanzan fácilmente, que deben buscarse de manera incansable y con la mente
abierta, que uno debe estar alerta ante el autoengaño (los seres humanos
aceptamos con facilidad el propio engaño, bien para justificar nuestras
acciones, bien para eludir responsabilidades), que deben buscarse siempre las
mejores razones para fundamentar nuestra acción, que hay que ser dialogante y
estar dispuesto a aceptar los argumentos de los demás si son más convincentes
que los nuestros.
La
belleza de la verdad y de la sabiduría es tal que nunca cabe en un pensamiento
cerrado o dogmático. Cuando el amigo de Sócrates, Querefonte, preguntó al
oráculo de Apolo, en la ciudad de Delfos, si había alguien más sabio que
Sócrates y la voz divina le respondió que no, el propio Sócrates, que no se
consideraba sabio, pero que creía que la divinidad no puede mentir, interpretó
las palabras del oráculo en el sentido siguiente: los seres humanos de
ordinario creen saber lo que en realidad desconocen, mientras que yo, Sócrates,
soy consciente de mi propia ignorancia. Es sólo por esto por lo que el oráculo
me considera más sabio que ellos.
Sócrates
pensaba que una vida sin búsqueda, sin investigación, sin inquietud por
conocer, no era una vida digna del ser humano. Maestro en el arte del diálogo,
preguntaba una y otra vez a sus interlocutores qué entendían por la justicia,
la piedad, el valor, la amistad o cualquier otra cosa; preferentemente, eso sí,
asuntos morales. Buscaba Sócrates con ello encontrar una definición universal,
objetiva, acerca de los valores, de lo que es bueno o excelente en sí mismo.
Mediante la técnica de la refutación mostraba, conduciendo el
debate, que las definiciones que se proponían eran insuficientes y que había
que seguir reflexionando; mostraba a los interlocutores que las ideas que
tenían no eran suficientemente ciertas y, desde luego, al ponerlos en
evidencia, Sócrates debió ganarse más de un enemigo: personas recelosas,
envidiosas o resentidas, que más tarde se alegrarían de su procesamiento. A
Sócrates le llamaban el tábano, ya que no dejaba de insistir y
apremiar, de sacudir las conciencias y aguijonearlas, de incordiar a los
cómodos, satisfechos y egoístas, para que se cuestionasen a sí mismos y
cambiasen y mejorasen su forma de vida.
Por
lo que acabamos de decir, se comprenderá que un rasgo esencial de la filosofía
de Sócrates es el de ahondar en el propio conocimiento, profundizar en el
propio interior. “Nos ordena conocer el alma aquel que nos dice conócete
a ti mismo”, afirmaba. El lema del frontispicio del templo de Apolo en
Delfos es también la máxima fundamental del pensamiento socrático.
Centrémonos
ahora en los principios de su Ética. Ya hemos dicho que, para Sócrates, en
manera alguna es lícito cometer una injusticia; que hemos de estar dispuestos,
incluso, a sufrirla si no hay más remedio, pero que el mayor mal es ser uno
mismo injusto con los demás, hacerles algún tipo de daño. En términos
positivos, la búsqueda de la justicia, la integridad y honestidad personales, la
práctica de las virtudes o excelencias (areté, en griego) morales -pues
para Sócrates todas ellas constituyen en el fondo una unidad- es el objetivo de
la vida, lo que hace a una vida humana digna de ser vivida.
Cinco
son para Sócrates y las virtudes principales: prudencia, justicia, piedad,
fortaleza y templanza. La prudencia, sensatez o sabiduría, para acertar en lo
que debe hacerse, para tomar las decisiones adecuadas y elegir los mejores
medios que convengan un fin; la justicia en todos los intercambios y relaciones
humanas, cumpliendo con los acuerdos y con la palabra dada; la piedad para con
los dioses y en todo lo concerniente a las obligaciones religiosas; la
fortaleza o el valor para afrontar las situaciones difíciles o peligrosas y
para tener el coraje de no ceder ante la injusticia, antes bien denunciarla; la
templanza o moderación, en fin, que es la base de la virtud y consiste en el
dominio de uno mismo, el debido control sobre las pasiones, deseos inmoderados
o ambiciones excesivas o irracionales.
Cinco
virtudes o excelencias que se requieren mutuamente y que en el fondo
constituyen, como hemos dicho, una sola virtud: el orden, la armonía y la
integridad de la propia persona que vive del aprecio y la práctica de lo que es
verdaderamente hermoso, noble y bueno. Esta es la buena condición del alma. La
persona sabia es la que comprende estas verdades y es capaz de vivir conforme a
ellas. Por eso mismo es, para Sócrates, la persona más feliz, puesto que la
práctica de las virtudes no es un simple medio para alcanzar la felicidad, sino
que la virtud constituye la misma felicidad.
Apreciamos,
por tanto, que la vida buena es la vida inteligente, la vida guiada por la
razón, pues uno es verdaderamente racional cuando elige lo que es mejor para él
mismo y para los demás. Por eso no hay que confundir el bien con
el propio interés o la mera conveniencia personal. Sólo los
bienes morales, la práctica de las virtudes, constituyen el genuino bien de la
persona. De igual manera, el verdadero mal que debemos rechazar no es otra cosa
que los males morales: la injusticia, violencia y depravación en todas sus
formas.
Sócrates
creía en la existencia de un orden universal (thémis, en griego), que ni
siquiera los dioses podían transgredir. Y este orden es el que fundamenta
valores y verdades objetivas, universales, válidas para todo ser humano y que
nosotros podemos conocer. Una acción moral es buena si es conforme a este orden
cósmico o natural, un orden del que participa la naturaleza humana, tal como
acabamos de decir, cuando se rige por la razón. Por eso la justicia representa,
en al ámbito de la vida y las relaciones humanas, dicho orden de la Naturaleza
u orden del mundo.
TALLER
Responde
los siguientes interrogantes:
1- ¿Cómo definiría
la ética?
2- 2-¿La ética de
que se preocupa? Y ¿de qué se ocupa?
3- En Colombia,
¿los principios morales y éticos han perdido vigencia?
4- ¿Está claro
para usted que es bueno y que es malo?
Explique
5- ¿Cómo
sabemos si una acción es correcta o no?
6- ¿Cuáles son
las características de la ética?
7- ¿Por qué la ética
busca determinar un fin?
8- ¿Cuál es la diferencia
entre ética y moral?
9- ¿Según Sócrates
en que consiste la bondad?
10- Define el
concepto Socrático de virtud. ¿En qué condiciones se identifica el bien común con
el particular?
11- ¿Cuál es la
naturaleza y la realidad última del hombre según Sócrates?
12- ¿Cuál es el
valor filosófico de la afirmación socrática “sólo sé que nada se”?
13- ¿Explica en
que consiste el subjetivismo y el
relativismo ético?
14- Investiga sobre el
pensamiento Platónico y Aristotélico de
la ética y en qué se diferencia del pensamiento Socrático
PARA ENTREGAR
EL DÍA 23 DE ABRIL 2020
Comentarios
Publicar un comentario